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Actividades Arqueológicas: Excavaciones

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Baños árabes de Aldeire. Aldeire, Granada

La presencia del baño es uno de los elementos más característicos del urbanismo de los asentamientos rurales del Cenete, de hecho está documentada su existencia en la mayor parte de las antiguas alquerías de su territorio, lo cual contrasta con el proceso de destrucción que sufrió este tipo de edificios en otras zonas del antiguo Reino de Granada.

La explicación de su permanencia debemos buscarla en el propio devenir histórico de la comarca.

En la Guerra de Granada, Guadix y su tierra fueron conquistados en 1489, y en el tiempo que se produjo la conquista definitiva del reino, con la caída de Granada en 1492, tuvo lugar la primera revuelta mudéjar, en 1490. la mayor parte de la población de origen islámico abandonó las ciudades y se desplazó a los núcleos rurales.

En el caso del Cenete este incremento poblacional se vio favorecido por el estatus especial que gozaban sus habitantes ya que todas estas tierras habían sido donadas en señorío a Don Pedro González de Mendoza, lo cual permitió la preservación de gran parte de sus costumbres y ritos culturales-religiosos, incluso más allá de la conversión forzosa de 1500-1501.

A pesar de esto, jurídicamente los mudéjares habían dejado de existir en la Corona de Castilla, siendo desde entonces “cristianos nuevos”, es decir, moriscos.

La abundante documentación generada a partir del siglo XVI, tales como pleitos, visitas de la inquisición y juicios, nos permiten obtener una idea clara del inexistente proceso de absorción de la comunidad morisca en la sociedad castellana de la época.

El morisco granadino era identificado por su forma de vestir, por sus usos alimentarios y por sus costumbres.

Entre estas últimas, las más arraigadas – y que más trabajo costaron a la Inquisición eliminar- fueron la celebración de ciertas fiestas, el uso de los baños públicos y las formas de enterrarse.

La mayor parte de éstas fueron camufladas o practicadas en secreto, salvo la del baño. Para erradicarla, se ordenó la destrucción de los edificios destinados a tal fin.

Debemos entender que bajo el concepto de “destrucción” subyace la idea de desmantelamiento y de la pérdida de función, inutilizando sus infraestructuras ya que normalmente los cuerpos de fábrica no fueron demolidos, habiendo cambiado su uso y subsistido en numerosas ciudades y localidades.

Esta situación, generalizada en todo el Reino de Granada, tuvo su excepción: el Marquesado del Cenete.

Precisamente por el hecho de formar parte de un señorío, y no de tierras de realengo, los moriscos del Marquesado gozaron de una cierta protección que permitió mantener sus costumbres a lo largo del siglo XVI, hasta la crisis definitiva (1568-71) que provocó su expulsión. En el caso del Cenete, la propiedad de los baños era del titular del marquesado algo propio del sistema feudal y que venía a romper con los usos y costumbres anteriores para su mantenimiento. Es decir, que el sistema tradicional islámico y nazarí de propiedad “publica” – de la comunidad de creyentes-  y por tanto el repartimiento de las cargas y costes, fue sustituido por el de la propiedad nominal del señor, que a su vez enajenaba las rentas propias del baño para su mantenimiento.

De hecho es abundante la documentación que nos habla no sólo de la persistencia del baño sino de su funcionamiento e incluso revitalización (Rivas Rivas, C., 1982). Salvo el paréntesis inicial de los años posteriores a la conquista de la comarca -1489/1490- en los que muchos de ellos fueron destruidos, tenemos datos que nos informan de su “reconstrucción”. En el caso concreto de Aldeire, sabemos que de nuevo se puso en uso en 1530 (Rivas Rivas, C., 1982:33), siendo mantenido a cargo del impuesto por la cebada:

            “Hizose cargo al dicho mayordomo Lope de Barzena de dozientas e diecinueve fanegas y ocho çelemines de cebada que a rentado el baño nuevo de Aldeyre ” (A.R.CH.GR, 506-1070-4).

Entendemos que la nueva puesta en funcionamiento de los baños debió realizarse sobre las infraestructuras ya existentes, mejorándolas y garantizando su funcionamiento. El uso del edificio se mantuvo de manera continuada hasta la expulsión definitiva, probablemente alentada por las autoridades del señorío ya que proporcionaban importantes recursos: los habitantes de las antiguas alquerías  de Huéneja, Dólar, Ferreira, Aldeire, Lanteira y Jérez debían pagar por su uso seis celemines de cebada (Rivas Rivas, C., 1982:35).        

Llama la atención el importante incremento de la renta establecida en los años de máxima conflictividad social con los moriscos, en las vísperas de la Guerra de 1568-71, en concreto 1566, con un incremento de más del 160 % con respecto a la última renta conocida, la de 1541. Esta fue el último año en el que se mantuvieron abiertos, siendo clausurados definitivamente tras esta fecha.

En cuanto al carácter funcional del edificio, debemos indicar que no sólo se vincula a las costumbres higiénicas de los musulmanes de estas tierras sino también con hábitos culturales y religiosos. De hecho, normalmente su emplazamiento suele estar próximo a la mezquita aljama o existe una comunicación viaria directa con ésta ya que antes de la oración es preceptivo el rito de la ablución (al-bludu). Éste solía realizarse o bien en un espacio destinado para tal fin dentro del perímetro de la mezquita, bien en los cercanos baños.

A pesar de esto, parece que en el caso de la comarca del Cenete, casi todos los baños conservados se localizaban en zonas periféricas de la alquería. Este es el caso de Ferreira, Jérez del Marquesado, Huéneja o el propio de Aldeire. Ocasionalmente esta ubicación también está condicionada por las posibilidades de abastecerse de agua por lo que las riberas de los ríos y las acequias de riego o aquellas vinculadas a ingenios hidráulicos (molinos, batanes…) se relacionan con los baños.

El baño de Aldeire se localiza a la entrada de la población, muy cercano al camino que la comunicaba con la vecina Calahorra –de ahí que su uso fuera compartido entre ambas alquerías por lo menos en el siglo XVI. Si seguimos a C. Rivas (Rivas Rivas, C., 1982: 45), el suministro de agua le llegaba desde un manantial próximo a la actual iglesia parroquial si bien a lo largo de la excavación no hemos podido documentar ni el sistema de abastecimiento ni el de almacenamiento.

Lo que si apreciamos con claridad es que la mayor parte del baño pertenece a una misma fase constructiva que amortiza los restos estructurales anteriores cuya funcionalidad no está clara: en concreto nos referimos al muro que con otra orientación documentamos en el sondeo 1 y el del sondeo 2. Por las relaciones estratigráficas y los materiales cerámicos de conjunto en la excavación, nos inclinamos a pensar que forman parte de estructuras anteriores a la construcción del baño nazarí.

Tras la excavación, la estructura del baño se nos presenta como un edificio con un espacio abierto en su parte anterior, tres naves paralelas de planta rectangular, dos habitaciones cuadrangulares al fondo y un patio posterior.
Funcionalmente, el primer espacio es interpretado como patio de acceso al conjunto arquitectónico del baño, tal como se desprende del análisis del paramento 01. Desde aquí se accedía a la primera sala, de planta rectangular de 2,40 m por 9 m, identificada como la sala fría  –Bayt al-Barid-, que debió estar cubierta con una bóveda de cañón construida en ladrillo. Actualmente de esta estancia sólo nos queda el muro de cierre por el sur y la impronta de la cubierta.

En el muro de cierre septentrional se abre el vano de la puerta que comunicaba con la sala templadaBayt al-Wastani- ligeramente descentrada con respecto al muro. Presenta pilares de ladrillo encadenados y arco escarzado, con una luz de 0,90 m. Esta segunda sala, también de planta rectangular (2,50 por 9 m) conserva la bóveda de ladrillo, con dos lucernarios – midwa-  rectangulares. Al excavar parte de ésta documentamos la existencia de un sistema de pilares sobre los que asentaba el pavimento original del baño y que permitía crear una cámara subterránea para el paso del aire caliente que caldeaba el suelo y la estancia, completado por medio de la circulación de agua procedente de la sala caliente. El circuito de agua era conducido por medio de canalizaciones internas y el exceso de calor y/o vapor se eliminaba por medio de dos chimeneas abiertas en el muro meridional, al igual que el agua, evacuada al exterior por el muro oeste de la estancia (ver planta).

En el centro del muro de cierre de la crujía encontramos un nuevo vano de acceso a la sala calienteBayt al-Sajun- , ligeramente descentrado con respecto a la primera puerta. Se trata de la sala de mayores dimensiones, también rectangular – 3,25 por 9 m- presentando en el fondo tres estancias de tendencia cuadrangular: la del extremo este de 2,10 m por 2,70m; la central de 2,70 m en cada lado; y la del extremo oeste  también de 2,10 m por 2,70 m. Las de los extremos servían para albergar las pilas de agua caliente y la central para la estructura de combustiónal-burma-: el horno y la caldera que han sido excavados en los sondeos 1 y 6.

En cuanto a la estructura a nivel de pavimentación, presentaba la misma solución documentada en la bayt al-wastani, con un sistema de pilares para la transmisión del calor de forma soterrada, a modo de hipocausto. Al igual que la sala precedente en su pared meridional presenta dos chimeneas y  dos aperturas en la base del muro para permitir el paso del agua sobrante para su evacuación.

Toda esta estructura se construyó en época nazarí, probablemente tras la estabilización de relaciones entre los Banu Asqilula y los Nasríes, momento en el que debió experimentar un mayor crecimiento la alquería de Aldeire.

En cuanto a las reformas documentadas para el periodo morisco (s. XVI) debemos indicar que es posible que parte de las infraestructuras que habían sido inutilizadas fueran reconstruidas tales como el sistema de abastecimiento y la caldera, algo que sólo podemos plantear como hipótesis. Lo que sí parece claro es que a este periodo pertenece la construcción en tapial de una planta superior  -al-gorfa- sobre la caldera y las salas de las piletas.

En cuanto a la última fase de ocupación del edificio del baño, sabemos que perdió su funcionalidad a partir de 1566, pasando a convertirse desde entonces en un espacio doméstico y de cuadra. Para su acondicionamiento, se abrieron ventanas en los muros de cierre de las estancias por el oeste, hacia el cauce del río de los Molinos, se demolió por completo la primera nave, la bóveda de la sala caliente y se reorganizó internamente su distribución compartimentando con tabiques los espacios.

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